Tornamira, el planetario y el repertorio de los tiempos

19/05/2014

La Sala de Proyección de Estrellas

sala_tornamira

Volvemos a la memoria, recordando los grandes nombres de la ciencia y la cultura que decidimos recordar en el Planetario de Pamplona para dar nombre a sus salas, como hacíamos hace poco con la Sala Ibn'Ezra. El centro del pequeño Universo que es el Pamplonetario lo ocupa la Sala Tornamira, la sala del planetario, donde está el proyector de estrellas y que tiene una cúpula de 20 metros de diámetro, convirtiéndose en el mayor planetario óptico en funcionamiento de nuestro país. Se trata de una sala de proyección multimedia, con capacidad de llenar los seiscientos y pico metros cuadrados de su pantalla hemisférica de imágenes digitales, que a veces se convierte en sede de conciertos, actuaciones, conferencias o presentaciones, además de tener siempre en ella las producciones del Planetario de Pamplona dedicadas al mundo de la astronomía y a su educación. La palabra "planetario" es polisémica: hace referencia al centro, al mismo edificio del parque de Yamaguchi; pero también solemos decir "el planetario" para referirnos a la sala de proyección. No contentos con ellos, "planetario" es también el proyector de estrellas, un modelo VI de la casa Zeiss de Jena (Alemania) que fue instalado entre 1992 y 1993 en Pamplona, uno de los últimos proyectores de este tipo que se instalaron en el mundo (habiendo sido un modelo que se instaló en los más importantes planetarios del mundo: en el Strassenburgh de Rochester NY (el primero) en 1968, en el Adler de Chicago en 1969, en el Hayden de Nueva York en 1973, ... Muchos de esos centros han cambiado desde entonces su proyector. En Pamplona hemos mantenido el nuestro además de incorporar los sistemas digitales full dome.

Francisco Vicente de Tornamira (Tudela, 1534 - 1597)

El sabio a quien dedicamos esta especial sala del Pamplonetario, señor de Mora, nació en Tudela (al menos él mismo siempre lo afirmó en la portada de sus obras, aunque algunos autores lo catalogan como turiasonense, es decir, nacido en Tarazona). Se le clasifica como "cosmógrafo", y si está claro que desarrolló su labor en Tudela. Su padre se llamaba Juan de Tornamira y su madre Luisa Vicente, y cuentan algunos historiadores que para diferenciarse de otros vecinos suyos también llamados Francisco Tornamira Vicente, invirtió sus apellidos poniendo delante el de su madre (que, por cierto, muchos confunden por un segundo nombre). Sobre la vida y la obra de Tornamira, os recomendamos el trabajo que realizó Javier Bergasa Liberal para el Centro de Atención al Profesorado del Departamento de Educación del Gobierno de Navarra, "Francisco Vicente de Tornamira y su Sistema del Mundo" (enlace al documento en formato doc) Casó con Ana Bueno y tuvo diez hijos de los que sólo sobrevivieron a sus padres Jerónima y Mariana. No se conocen muchos otros detalles de la vida de este autor, que falleció un 24 de agosto del 1597. No sabemos de hecho si cursó estudios, qué titulos académicos pudiera haber tenido, o en qué universidades estudió. Pero tenía una buena formación, a decir de sus biógrafos, que se plasmó en dos obras: Chronografía y repertorio de los tiempos (1584) y Traducción del Kalendario Gregoriano de latín en español (1591). El título completo de la primera obra es casi un resumen de su contenido:

Chronographía y repertorio de los tiempos, a lo moderno el qual trata varias y diversas cosas: Cosmographia, Spbera, Theorica de Planetas, Philosophta; Computo y Astronomia, donde se conforma la Astrología con la Medicina: y se hallaran los motivos y causas que ha aviso para reformar el año.- y se corrigen muchos passos de Astrología que por la dicha reformacion quedaron atrasados. Compuesto por Francisco Vicente de Tornamira, Señor de Mora, natural de la ciudad de Tudela, del Reyno de Navarra. Con el lunario que dura veinte y ocho años dende el principio del año MDLXXXIII hasta el año MDCX. Y con los eclypses avra en el dicho tiempo, con el pronostico dellos y con los Cathalogos de los Reyes que ha avido en todos los Reynos y provincias del mundo. Lleva al fin un índice copiossisimo de todas las materias que tracta. impresso con licencia de su Magestad, en la muy noble y muy leal Ciudad de Pamplona, por Thomas Porralis de Savoya. MDLXXXV

La obra se dedicaba al Marqués de Falces, Don Gastón de Peralta. Y tenía aprobaciones desde Madrid y Pamplona. En la entrada correspondiente en la Enciclopedia Vasca de Auñamendi colocan un pequeño vídeo realizado por Euskomedia que nos da a conocer a Tornamira. Está en YouTube Tornamira rechazaba la teoría heliocéntrica, pero no es extraño porque aunque ya en 1543 había sido publicado el libro de Copérnico "Sobre las revoluciones de los orbes celestes", España estaba en el lado católico de Europa y tras la Contrarreforma de Pío IV en el Concilio de Trento (1545-1563), el dogma se pondrá del lado del geocentrismo. En cualquier caso, pensemos que el telescopio astronómico no se empieza a usar hasta 1609 (cuando Galileo Galilei comienza sus observaciones sistemáticas). El mismo Tycho Brahe, el gran astrónomo danés (que vivió entre 1546 y 1601) sostuvo el geocentrismo, por más que lo adaptara dejando la Tierra en el centro, pero dejando girar a los planetas en torno al Sol (que, como la Luna, sí orbitaba en torno a la Tierra) para explicar los movimientos que con tanta precisión había ido registrando en sus observaciones desde Uraniborg. Su "Cronografía" se puede consultar en la biblioteca digital Hathi Trust, a partir de una copia que digitalizaron de la Universidad Complutense, en este enlace. tornamira-firma

El calendario greogriano

tornamira-kalendario También encontramos digitalizado (google books) su otro libro, cuyo título completo es

Traducción del Kalendario Gregoriano de latín en español, con ciertas adictiones y comentos al fin de cada uno de sus canones para que mejor le puedan entender. Por Francisco Vicente de Tornamira Señor de Mora natural de la ciudad de Tudela. Dirigido al Ilustrísimo y reverendísimo Señor D Bernardo de Rojas y Sandoval. Obispo de Pamplona y del Consejo de su Magestad. Impresso en Pamplona por Pedro Porralis. MDXCI.

No se le suele dar especial importancia a esta obra, que es simplemente una traducción comentada de la reforma gregoriana del calendario, que se había adoptado en 1582, modificando el calendario juliano. El promotor de esta reforma fue Gregorio XIII, y fue promulgada en la bula Inter Gravissimas. Los países donde la Contrarreforma no se había producido, es decir, el mundo anglicano, protestante y el ortodoxo, no cambiaron su calendario hasta mucho tiempo después (Rusia ya en el siglo XX, con la revolución bolchevique que derribó el régimen zarista). Sin embargo, el cambio que supuso saltarse 10 días en el año de 1582, de manera que al jueves 4 de octubre le siguió el viernes 14 de octubre, es imaginable teniendo en cuenta cómo complicamos ahora simplemente un cambio de hora de una hora durante el verano... Para colmo, solo en Italia, Portugal, España y la zona católica de Polonia se hizo el cambio ese día. Francia, Lorena y el Mississippi lo hicieron el 9 de diciembre y de ahí hasta, de hecho, el último país que introdujo este calendario fue Grecia, donde al 15 de febrero del 1923 siguió el 1 de marzo. En esencia, con el nuevo calendario se mantenía la norma del calendario juliano que había estado en vigor desde el 46 aE de introducir un día más cada cuatro años (repetir el sexto día antes de las calendas de Marzo, que corresponde al 29 de febrero y de donde, en latín, lo de "BIS SEXTUS" -repetir el sexto- dio origen al nombre de esos años, bisiestos). De esta manera, si el ordinal del año era múltiplo de cuatro, el año sería bisiesto, con 366 días en vez de 265 días. Pero, para evitar que el año del calendario fuera más largo que el tiempo de revolución de la órbita terrestre (en aquella época decían más bien la duración del recorrido del Sol por el Zodiaco) había que quitar algunos días de esos bisiestos. Por eso los años que terminaban centuria (los acabados en 00) sólo serían bisiestos en el caso de que fueran múltiplos de 400, es decir, sólo 1 de los 4 cada 400 años. La necesidad de la reforma se había visto ya en el siglo IV, pero realmente no se consiguió introducir para corregir la deriva del calendario hasta mucho más tarde, a pesar de que, de hecho, la Pascua comenzaba cada vez antes, porque al ser el año civil -el del calendario- más largo que el trópico -el de la órbita- la primavera se iba adelantando en su fecha... Ugo Buocompagni, que tomó al ser elegido papa el 14 de mayo de 1572 el nombre de Gregorio XIII, constituyó la Comisión del Calendario, con Cristobal Clavio y Luis Lilio, y con la colaboración de muchos expertos, como el español Pedro Chacón. Las historias del calendario son apasionantes, y sorprende pensar que, por lo que sabemos a partir de las estelas mayas, su calendario permitía corregir de forma adecuada este problema ya desde el siglo X.

Tornamira es el centro de nuestro Universo

Volviendo, sin embargo, a la Cronografía de Tornamira, encontramos la razón por la cual hemos dedicado la Sala central de nuestro Pamplonetario a este cosmógrafo. Y es esa, precisamente, la labor de los cosmógrafos que fueron quienes describían la forma y naturaleza del Universo, tanto a través de los mapas como del estudio de los cielos. Tornamira es así geógrafo y astrónomo, y une a ello la historia, la narración de los sucesos en su tiempo. Lo que resulta algo muy moderno: ahora sabemos que realmente al mirar al Universo estamos mirando no solo a lugares diferentes, sino también a épocas diferentes. Habida cuenta de que la velocidad de la luz es finita, unos 300.000 km/s, cuando estamos mirando objetos muy lejanos estamos viéndolos tal y como eran hace mucho tiempo. Con ello, aunque Tornamira no pudiera saberlo, es como si estuviéramos en el centro del Universo (de "nuestro" Universo observable) y nuestro telescopio fuera una máquina para viajar al pasado. En el caso de la Sala Tornamira, los viajes que proponemos desde el planetario son a través del espacio y del tiempo, de la mano de las ciencias y las artes, de la antigüedad y la modernidad. Y siempre con el espíritu abierto y curioso que, no nos cabe duda, mostró don Francisco, el Señor de Mora.

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