21/01/2015
Poesía, música y estrellas en una velada con Fátima Frutos
El viernes 23 de enero de 2015, a las 19:00, en la Sala Tornamira del Planetario de Pamplona, bajo las estrellas y acompañados de la música de guitarra, Fátima Frutos presenta su poemario "Epitafio para una odalisca" (El Gallo De Oro Ediciones) de la mano de su editor y del escritor Carlos Bassas del Rey.

Como explica la autora
en su blog:
"Con
Epitafio para una odalisca estamos ante un canto a la recuperación de la memoria histórica, a través de los personajes femeninos que aparecen en el poemario. Se trata de una poesía sensual, con matices filosóficos, y en la que se homenajea a las amantes de los grandes genios del Arte Universal. La poeta navega por el alma de Hannah Arendt, Jeanne Hébuterne, Mathilde Wesendonck, Alma Mahler, Dolores Armijo o Milena Jesenská; se desnuda en arias dedicadas al Amado y se desgarra en la búsqueda de la reparación que merecen quienes perecieron por injusticias. María Zambrano y Ernesto Cardenal le guían en un inusitado recorrido en el que convergen la Historia, las preguntas últimas del ser humano y la pasión sexual y emotiva. En Epitafio para una odalisca nos encontramos con una escritora que ha evolucionado hacia un cénit dichoso, donde se muestra plena en su poesía y, a la vez, llena de recovecos profundos y provocativos que invitan a la prospección.
La estructura del poemario se corresponde con la de un libreto operístico. En él se engarzan distintas formas musicales; y entre el preludio y los tres actos de esta ópera en verso tendremos ocasión también de paseamos por algunos de los puentes más bellos del mundo.
Posiblemente, estamos ante una obra-despedida que quiere tocar con las yemas de los dedos la nieve que hay en la cima.
Fátima Frutos, poeta

Estudió Trabajo Social en la Universidad del País Vasco y realizó estudios de Sociología en la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid. Asimismo, cursó dos diplomas universitarios en la Universidad Complutense de Madrid en “Políticas de Igualdad de Género” y “Atención integral a víctimas de la violencia”.
Inició su andadura en la Poesía formando parte del Grupo Poético “Ángel Urrutia” del
Ateneo Navarro-Nafar Ateneoa en el año 2002. Su poesía al principio fue publicada en Revistas especializadas como Río Arga, Una Vez En Pamplona y Constantes Vitales; Revistas de Humanidades como Bitarte y periódicos.
En el 2008 escribe su primer poemario “De carne y hambre” y gana la II edición del Premio Internacional de Poesía Erótica-Amorosa del Ateneo Guipuzcoano. Este libro fue publicado en el 2009 por la editorial Huerga y Fierro.
En el 2011 con su segundo libro de poemas “Andrómeda Encadenada” se alza con el prestigioso Premio Internacional de Poesía “Ciudad de Irún”. En él se adentra en la Poesía de corte histórico y filosófico sin abandonar el Eros Lírico. Todo el poemario constituye un homenaje a la cultura germánica, a través de sus poetas y filósofos, y una vindicación de la dignidad de grandes mujeres, invisibilizadas injustamente a lo largo de la Historia de la Humanidad. En el caso de esta segunda obra literaria, la editorial que lo publica es Alberdania.
Su tercer poemario “Epitafio para una odalisca” lo publica Ediciones El Gallo de Oro con una estructura similar a la de un libreto operístico. En él la autora recupera del olvido a las amantes de grandes genios del mundo del arte, se desnuda en arias dedicadas al Amado, y se desgarra en la búsqueda de reparación que merecen quienes perecieron por injusticias.
Actualmente la autora colabora en prensa escrita como articulista y se encuentra inmersa en una labor de investigación y documentación, previa a la escritura de la que será su primera novela.
Para que nunca mueras
(poema perteneciente a "Epitafio para una odalisca")
Cuando atalantas las mieles de mi pecho por la mañana
casi sin tú saberlo
yo bebo la leche de tu mortaja para que nunca mueras.
Cuando el hábito de amar se ausenta del regazo a mediodía
casi sin tú saberlo
yo cubro con hierba el hoyo cavado para que nunca mueras.
Cuando mi suerte lasciva y turbada desespera las tardes
casi sin tú saberlo
yo lubrico de savia sugerente tu ataúd para que nunca mueras.
Cuando tu torso me sabe a tierra de cerezos en flor de anochecida
casi sin tú saberlo
yo sajo los jacintos de tu velatorio para que nunca mueras.
Para que nunca mueras, amor
yo cautivo las amenazas del olvido
desparramo ebria tu nombre por los desiertos.
Para que nunca mueras, amor
yo trasnocho la sangre de las heridas
vago mi perfume por los precipicios
me consagro enemiga de la injusticia
me envanezco, me desnudo.
Para que nunca mueras, amor
yo ensimismo mi vientre y te rescato de la orilla
y hurgo entre tus sueños para resucitarte en la palabra.
Para que nunca mueras, amor,
para que nunca mueras yo vivo.
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